Los arqueros ingleses y galeses fueron una auténtica tropa de élite en la edad media, lo que provocó la supremacía de los ejércitos británicos en muchas e importantes batallas. Los arqueros estaban bien pagados para la época y estaban bien equipados. El arco era largo, medía cerca de 2 metros y estaba construido en madera de tejo u olmo. Podían lanzar 10 flechas por minuto a más de 200 metros, muchas más de los que podía lanzar un ballestero de la época. Las batallas de Crecy (1346) o Agincourt (1415) son dos buenos ejemplos del impacto de los arqueros ingleses en batalla. En Agincourt, hasta dos tercios del ejercito inglés estaba formado por arqueros que inflingieron a los franceses una colosal derrota pese a la superioridad numérica (se estima que hasta seis veces más). Los arqueros ingleses masacraron a la caballería francesa, que fueron rechazados carga tras carga hasta perder más de mil nobles.